15 de octubre: Santa Teresa de Jesús

Nuestra alma es una realidad inefable, no podemos llegar a comprender los misterios a la que se encuentra llamada. A la hora de hablar del alma los grandes maestros de la vida espiritual han utilizado metáforas, alegorías y símbolos para referirse a ella. Santa Teresa de Jesús, a quien queremos recordar de modo particular en su día, en su obra cumbre "Las Moradas del Castillo Interior" al hablar del alma la compara con un castillo. Este castillo, dice la santa, es todo de diamante o muy claro cristal donde hay muchas habitaciones, como las hay en el cielo. Para acotar el número de las moradas o aposentos, ajusta la cantidad de éstas a siete, pero indica que son infinitas y que se sitúan arriba, abajo y a los costados. En el centro mismo del castillo, en la séptima morada, ubica a Jesucristo, al rey y Señor de esta construcción. El objeto de la obra es indicarnos el proceso espiritual, a la que se ve sometida el alma hasta alcanzar la unión definitiva con su Señor. Este recorrido hasta llegar a la unión, nos recuerda parte de las tres grandes etapas de la vida espiritual, a saber, la purgativa, la iluminativa y la unitiva. Sin embargo, Santa Teresa, no ha querido reducir su doctrina a estos tres estratos de la vida interior, sino manifestar la grandeza de cada alma y la experiencia individual de cada una. Nos quiere referir que los modos de Dios para cada alma son todo un misterio. La clave está en dejarse llevar y abandonarse a la voluntad de este Rey que desde el centro de nuestra alma nos atrae hacia sí.
Así lo dice Teresa:
"Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí-porque yo no atinava cosa que decir ni como comenzar a cumplir esta obediencia- se me ofreció lo que ahora diré para comenzar con algún fundamento, que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, ansí como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites. Pues ¿qué os parece que será el aposento adonde un rey tan poderoso, tan sabio tan limpio, tan lleno de todo los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad, y verdaderamente apenas deven llegar nuestros entendimientos-por agudos que fuesen- a comprehenderla, ansí como no pueden llegar a considerar a Dios, pues Él mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza" (Moradas Primeras I)

Comentarios

  1. Magnífico post en la festividad de santa Teresa. Efectivamente, el alma es un simil con un castillo con muchas moradas o habitaciones, sería magnífico, que la información contenida en cada una de éstas moradas pudiera pasar al nivel superior de conciencia para poder ser captado por la inteligencia.

    Siempre he tenido una curiosidad no satisfecha: nunca he entendido por qué, las percepciones del alma se perciben cómo una bajada por sucesivas capas concéntricas hasta llegar al centro de éstas capas (templo del Espíritu Santo). El centro del alma (lugar donde habita Dios) es semejante al centro geoquímico de atracción terrestre, de manera que, según te vas aproximando al centro, notas una fuerza aún mayor que te arrastra hacia su propio centro, muy parecido al centro gravitacional terrestre. En fin...cuando llegue al cielo será lo primero que pregunte, sino me he enterado antes.

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  2. Gracias Clara por tu comentario muy técnico y rico en contenido. Y si te enteras antes no dejes de contarme.

    En comunìón,

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  3. Me alegro, Dichosa Ventura que te haya gustado. La vedad es que el alma es un tema apasionante, tan apasionante cómo su Creador, no en vano, el hombre está hecho a imagen y semejanza de su Creador.

    la bajada a través de las capas concéntricas significa la profundidad del alma. El alma tiene una profundidad inmensa, es como un pozo donde nunca llegas a tocar el fondo. Cómo decía san Francisco de asís: Dios es un abismo insondable, insaciable...aquel que nunca ha dicho al alma:¡Basta ya!. ¡Dios es nunca bastante!.

    Ésta profundidad es soledad, el hombre es un ser solo, un ser solo es distinto de un ser solitario, ser solo es para J. Escoto: ser persona, que definió con claridad meridiana como: "Persona es la última soledad del ser".

    Por otro lado, y haciendo un paralelismo con santa Teresa de Jesús, el alma o castillo interior cómo lo llama la santa, está formado por zonas o regiones que ella denomina moradas, y cuya zona central está formada por capas o líneas concéntricas que ejercen una fuerza de atracción hacía el centro donde se encuentra Dios. A medida que avanzas por cada una de estas capas concéntricas, la fuerza que ejerce el centro y la velocidad que se adquiere para llegar hasta él, es directamente proporcional a la proximidad de cada una de éstas capas con el centro del alma donde habita Dios.
    Fascinante verdad.

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  4. Clara,
    veo que eres toda una experta, gracias por este último comentario.

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  5. Permitidme creer que no veo yo tanto paralelismo, hermanos... para mi ese descenso del Alma hacia el Corazón...es en principio dirigirnos a esa dimensión de Luz que es la presencia de Dios en nosotros... lo de la tierra... hay teorías en que es justamente un lugar de profunda oscuridad y tensión atómica..

    Ese descenso es a la vez elevación... pues ÉL que todo lo habita...de donde todo viene y hacia donde todo va... me parece más sincronizado en el descenso al Corazón...y la elevación al Reino...en el cielo...y en nuestro
    interior a la vez.

    Un abrazo...

    Carmen
    concienciaprimordial.blogspot.com

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