Así lo dice Teresa:
"Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí-porque yo no atinava cosa que decir ni como comenzar a cumplir esta obediencia- se me ofreció lo que ahora diré para comenzar con algún fundamento, que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, ansí como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites. Pues ¿qué os parece que será el aposento adonde un rey tan poderoso, tan sabio tan limpio, tan lleno de todo los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad, y verdaderamente apenas deven llegar nuestros entendimientos-por agudos que fuesen- a comprehenderla, ansí como no pueden llegar a considerar a Dios, pues Él mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza" (Moradas Primeras I)
Magnífico post en la festividad de santa Teresa. Efectivamente, el alma es un simil con un castillo con muchas moradas o habitaciones, sería magnífico, que la información contenida en cada una de éstas moradas pudiera pasar al nivel superior de conciencia para poder ser captado por la inteligencia.
ResponderBorrarSiempre he tenido una curiosidad no satisfecha: nunca he entendido por qué, las percepciones del alma se perciben cómo una bajada por sucesivas capas concéntricas hasta llegar al centro de éstas capas (templo del Espíritu Santo). El centro del alma (lugar donde habita Dios) es semejante al centro geoquímico de atracción terrestre, de manera que, según te vas aproximando al centro, notas una fuerza aún mayor que te arrastra hacia su propio centro, muy parecido al centro gravitacional terrestre. En fin...cuando llegue al cielo será lo primero que pregunte, sino me he enterado antes.
Gracias Clara por tu comentario muy técnico y rico en contenido. Y si te enteras antes no dejes de contarme.
ResponderBorrarEn comunìón,
Me alegro, Dichosa Ventura que te haya gustado. La vedad es que el alma es un tema apasionante, tan apasionante cómo su Creador, no en vano, el hombre está hecho a imagen y semejanza de su Creador.
ResponderBorrarla bajada a través de las capas concéntricas significa la profundidad del alma. El alma tiene una profundidad inmensa, es como un pozo donde nunca llegas a tocar el fondo. Cómo decía san Francisco de asís: Dios es un abismo insondable, insaciable...aquel que nunca ha dicho al alma:¡Basta ya!. ¡Dios es nunca bastante!.
Ésta profundidad es soledad, el hombre es un ser solo, un ser solo es distinto de un ser solitario, ser solo es para J. Escoto: ser persona, que definió con claridad meridiana como: "Persona es la última soledad del ser".
Por otro lado, y haciendo un paralelismo con santa Teresa de Jesús, el alma o castillo interior cómo lo llama la santa, está formado por zonas o regiones que ella denomina moradas, y cuya zona central está formada por capas o líneas concéntricas que ejercen una fuerza de atracción hacía el centro donde se encuentra Dios. A medida que avanzas por cada una de estas capas concéntricas, la fuerza que ejerce el centro y la velocidad que se adquiere para llegar hasta él, es directamente proporcional a la proximidad de cada una de éstas capas con el centro del alma donde habita Dios.
Fascinante verdad.
Clara,
ResponderBorrarveo que eres toda una experta, gracias por este último comentario.
Permitidme creer que no veo yo tanto paralelismo, hermanos... para mi ese descenso del Alma hacia el Corazón...es en principio dirigirnos a esa dimensión de Luz que es la presencia de Dios en nosotros... lo de la tierra... hay teorías en que es justamente un lugar de profunda oscuridad y tensión atómica..
ResponderBorrarEse descenso es a la vez elevación... pues ÉL que todo lo habita...de donde todo viene y hacia donde todo va... me parece más sincronizado en el descenso al Corazón...y la elevación al Reino...en el cielo...y en nuestro
interior a la vez.
Un abrazo...
Carmen
concienciaprimordial.blogspot.com