24 de julio/ Memoria de San Chárbel
"Siempre mantenía los ojos cerrados, como si, definitivamente, quisiera apartar su mirada, su mente y su corazón de las cosas de la vida. Vivía en oración continua. Cuando los rayos de una tempestad se precipitaban en el eremitorio, situado en la cima de una montaña, o una desgracia ocurría en el convento, su reacción era confiar en Dios, diciendo: “¡Dios lo permite! ¡Es su voluntad!”.
En: San Chárbel. Según testimonios de la época Padre Hanna Skandar.

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