Entrar en la Cuaresma con una actitud de escucha y de sincera conversión. Por S.S. Juan Pablo II

 

Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6, 4. 6. 18). Estas palabras de Jesús se dirigen a cada uno de nosotros al inicio del itinerario cuaresmal. Lo comenzamos con la imposición de la ceniza, austero gesto penitencial, muy arraigado en la tradición cristiana. Este gesto subraya la conciencia del hombre pecador ante la majestad y la santidad de Dios. Al mismo tiempo, manifiesta su disposición a acoger y traducir en decisiones concretas la adhesión al Evangelio.

Son muy elocuentes las fórmulas que lo acompañan. La primera, tomada del libro del Génesis:  «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás» (cf. Gn 3, 19), evoca la actual condición humana marcada por la caducidad y el límite. La segunda recoge las palabras evangélicas:  «Convertíos y creed el Evangelio» (Mc 1, 15), que constituyen una apremiante exhortación a cambiar de vida. Ambas fórmulas nos invitan a entrar en la Cuaresma con una actitud de escucha y de sincera conversión.

San Juan Pablo II, Homilía 25-02-2004.

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