"Desear contemplar la sonrisa de la Virgen no es dejarse llevar por una
imaginación descontrolada. La Escritura misma nos la desvela en los labios de
María cuando entona el Magníficat (...)
Durante la aparición del miércoles, 3 de marzo de 1858, Bernadette contempla de
un modo totalmente particular esa sonrisa de María. Ésa fue la primera
respuesta que la Hermosa Señora dio a la joven vidente que quería saber su
identidad. Antes de presentarse a ella algunos días más tarde como “la
Inmaculada Concepción”, María le dio a conocer primero su sonrisa, como si
fuera la puerta de entrada más adecuada para la revelación de su misterio (...)
La sonrisa de María es una fuente de agua viva. “El que cree en mí -dice Jesús-
de sus entrañas manarán torrentes de agua viva” (Jn 7,38). María es la que ha
creído, y, de su seno, han brotado ríos de agua viva para irrigar la historia
de la humanidad. La fuente que María indicó a Bernadette en Lourdes, es un
humilde signo de esta realidad espiritual. De su corazón de creyente y de Madre
brota un agua viva que purifica y cura. Al sumergirse en las piscinas de
Lourdes cuántos no han descubierto y experimentado la dulce maternidad de la
Virgen María, juntándose a Ella para unirse más al Señor".
Benedicto XVI. Homilía del 15 de septiembre, 2008 en Lourdes.
