¿Quién es José?. Por el P. Gustavo Seivane

19 de marzo/ Solemnidad de San José
¿Quién es José?
Un justo. Un cultivador de silencios. Un testigo del Emanuel. Un descendiente de David. Un centinela de amor.
Hará de esposo y padre. De enérgico guía. De soñador espléndido. De varón fuerte.
Amigo de forjar palabras sobrias y gestos nobles, pondrá al servicio de Dios la brasa firme de su espíritu , y el abrigo de su cuerpo casto.
Será en el hogar de los rezos, contemplando a Dios de muy cerca, donde agudizará la mirada de su alma, penetrando de a ratos el Misterio que tanto se le abría, como se le ocultaba, se le hacía amanecer vivo, y  también ocaso, penumbra para ser palpada con la sola estremecida fe.
José, el de prosapia real, caminará los días y las noches del alma cargando a la Sagrada Familia, comiendo el pan de la prueba, allí mismo donde la Vida buena mana, y la miel de lo divino convive con las maderas y las lluvias, los sustos y los clavos, las cavilaciones sobre su Hijo, y las visitas de los ángeles.
Silenciado por la grave responsabilidad que lo embargó arrojándolo en misión tan sublime, velará por el Dios encarnado y la dulce Madre del Cristo.
Como todo centinela (custodio que lleva a la  Luz de Luz), José conocerá la fatiga y el exilio, las penas consoladas por manos blandas, y el trabajo escondido en su nazarena vida, vida de clan, vida de aldea, vida de artesano en un caserío sin frontera, pueblo cuyo nombre suscitaría en Natanael la sorpresa y la pregunta: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Amado de Dios. Esposo de la Inmaculada. Padre adoptivo de Jesús…
José. El noble. El justo y leal José.
Nadie sabe cómo se llegó hasta aquella región de la Galilea, para encontrarse con la más bella criatura, la nazarena Virgen, la favorecida, la que llamarían feliz todas las generaciones.
Quizás, buscando trabajo. Los caminos del Señor son inescrutables y siempre santos.
Cierto que por un censo José hubo de volver a su tierra, Belén de Judá. Regresar, pero con María encinta. Regresar y presentarla a los suyos. A la parentela.
No puedo penetrar ese momento. Presentar a María… Presentar como esposa a la mujer revestida de sol. Presentar a la Rosa mística. Presentar a una mujer que al mirar a los familiares de José  hubo de reflejar lo divino. Por Madre de Dios. Por Inmaculada.
 José , que vivió en la plenitud de los tiempos, que habitó la Hora mesiánica, supo del ritmo de la luz, del sonido del agua en la fuente, del curso de las estaciones, del simple “saber esperar”. También de la vibración de un pueblo en la fe.
¿Pero qué fue vivir con María? ¿Enseñarle a hablar a la Palabra, y a caminar al Camino, y a bendecir la mesa a la Bendición?
San José nos trae el sereno y firme acompañar… El es el varón de la cercanía callada y sin doblez. El elegido para auxiliar en el parto más sublime y escondido. El llamado para amparar a Dios que nace, que aparece Niño donde la estrella dice su luz en medio de la noche.
San José nos invita a no perdernos en los ruidos del mundo, en las burbujas que embriagan, en las luces de artificio.
Nos dice: Vengan, caminen despacio, la gruta es humilde pero limpia.
Vengan y contemplen esta maravilla.
Vengan entren a nuestra casa libre de ostentaciones, rica en miradas amables, fulgurante de la Presencia del Señor.
Porque supo dormirse en brazos de Jesús y de María, es el regio santo patrono de la buena muerte.
Porque cobijó al Hijo de la Misericordia, y a la Madre de Dios, es el confiable patrono de la Iglesia universal.
Porque es el justo, que puede vencer la astucia, es el terror de los demonios.
Lejos de la presunción, el poder y la arrogancia, el silencioso José, ahora, habla, intercede, por todos los redimidos, por todos los sufrientes, por todos los moribundos, por los hijos de la Iglesia que conocerán, ( y será hasta el fin de los tiempos), la persecución, el oprobio, y la calumnia.
En aquella humildad de José abrevamos.
En su poder de intercesión confiamos.
San José, ruega por nosotros.

                                                                      Padre Gustavo Seivane

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