Cuántas veces nos acercamos al altar o nos postramos en oración con el corazón frío y reseco. Mas a los que perseveran se les infunde de repente la gracia, se les inunda el pecho y se sienten llenos de piedad en las entrañas.
Fuente; San Bernardo. Sermones sobre el Cantar de los cantares. Sermón 9, pto 7. 65.
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