«Uno de vosotros me entregará. Uno de vosotros, en el número,
no en el mérito; en apariencia, no en la virtud; por la convivencia corporal,
no por el vínculo espiritual; compañero por adhesión del cuerpo, no por la
unión del corazón; que, por lo tanto, no es de vosotros, sino que ha de salir
de vosotros... No era, pues de ellos, Judas, porque, si de ellos hubiese sido,
con ellos hubiera permanecido... «La flaqueza humana los hacía recelar a unos
de otros. Cada cual conocía su propia conciencia, pero desconocía la de su
vecino; cada uno estaba tan cierto de sí mismo como incierto de su vecino; cada
uno estaba tan cierto de sí mismo, como inciertos estaban los otros de cada uno
y cada uno de los otros... «Era ya de noche. Y también el que salió era noche.
El día habló al día, esto es, Cristo a sus discípulos, y la noche anunció a la
noche de la sabiduría, esto es, Judas a los infieles judíos para que viniesen a
Él y, persiguiéndole, le prendiesen»
Fuente: San Agustín. Tratado 612 y 62, sobre el Evangelio de
San Juan.
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