¿Por qué [Judas] traicionó a Jesús? Para
responder a este interrogante se han hecho varias hipótesis. Algunos recurren
al factor de la avidez por el dinero; otros dan una explicación de carácter
mesiánico: Judas habría quedado decepcionado al ver que Jesús no incluía
en su programa la liberación político-militar de su país.
En realidad, los textos
evangélicos insisten en otro aspecto: Juan dice expresamente que
"el diablo había puesto en el corazón a
Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo" (Jn 13,
2); de manera semejante, Lucas escribe: "Satanás entró en Judas,
llamado Iscariote, que era del número de los Doce" (Lc 22, 3).
De este modo, se va más allá de las motivaciones históricas y se explica lo
sucedido basándose en la responsabilidad personal de Judas, que cedió
miserablemente a una tentación del Maligno. En todo caso, la traición de
Judas sigue siendo un misterio. Jesús lo trató como a un amigo (cf. Mt 26,
50), pero en su s invitaciones a seguirlo por el camino de las bienaventuranzas
no forzaba las voluntades ni les impedía caer en las tentaciones de Satanás,
respetando la libertad humana.
En efecto, las posibilidades de
perversión del corazón humano son realmente muchas. El único modo de
prevenirlas consiste en no cultivar una visión de las cosas meramente
individualista, autónoma, sino, por el contrario, en ponerse siempre del lado
de Jesús, asumiendo su punto de vista. Día tras día debemos esforzarnos por
estar en plena comunión con él.
Recordemos que incluso Pedro
quería oponerse a él y a lo que le esperaba en Jerusalén, pero recibió una
fortísima reprensión: "Tus pensamientos no son los de Dios, sino los
de los hombres" (Mc 8, 33). Tras su caída, Pedro se arrepintió
y encontró perdón y gracia. También Judas se arrepintió, pero su
arrepentimiento degeneró en desesperación y así se transformó en autodestrucción.
Para nosotros es una invitación a tener siempre presente lo que dice san Benito
al final del capítulo V de su "Regla", un capítulo fundamental:
"No desesperar nunca de la misericordia de Dios". En realidad,
"Dios es mayor que nuestra conciencia", como dice san Juan (1 Jn 3,
20).
Recordemos dos cosas. La
primera: Jesús respeta nuestra libertad. La segunda: Jesús espera
que queramos arrepentirnos y convertirnos; es rico en misericordia y perdón.
Por lo demás, cuando pensamos en el papel negativo que desempeñó Judas, debemos
enmarcarlo en el designio superior de Dios que guía los acontecimientos. Su
traición llevó a la muerte de Jesús, quien transformó este tremendo suplicio en
un espacio de amor salvífico y en entrega de sí mismo al Padre (cf. Ga 2,
20; Ef 5, 2. 25). El verbo "traicionar" es la
versión de una palabra griega que significa "entregar". A veces su
sujeto es incluso Dios en persona: él mismo por amor "entregó"
a Jesús por todos nosotros (cf. Rm 8, 32). En su misterioso
plan de salvación, Dios asume el gesto injustificable de Judas como ocasión de
la entrega total del Hijo por la redención del mundo.
Fuente: S. S. Benedicto XVI. Extracto de Audiencia General, 18 de octubre de 2006.
Comentarios
Publicar un comentario