Un alma noble y
delicada puede ser también la más sencilla, pero de sentimientos delicados; tal
alma en todo ve a Dios, lo encuentra en todas partes, sabe encontrar a Dios
incluso en las cosas más insignificantes.
Para ella todo tiene algún significado, aprecia mucho todo, agradece a
Dios por cada cosa, de cada cosa saca provecho para el alma y dirige a Dios
toda alabanza. Confía en Él y no se
impresiona cuando llega el momento de la prueba. Sabe que Dios siempre es el mejor Padre y da
poca importancia a las consideraciones humanas.
Sigue fielmente el más pequeño soplo del Espíritu Santo, goza por este
Huésped espiritual y se agarra a Él como un niño a la madre. Allí otras almas se detienen y asustan. Ella sigue adelante sin temor y sin
dificultad.
Fuente: Santa Faustina Kowalska. Diario. Pto 148 (70)
Editorial
de los Padres Marianos de
la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María Massachusetts. 2001.
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