Cuando morimos pasamos de la muerte a la inmortalidad; y la
vida eterna no se nos puede dar más que saliendo de este mundo. No es esa un
punto final sino un paso. Al final de nuestro viaje en el tiempo, llega nuestro
paso a la eternidad. ¿Quién no se apresuraría hacia un tan gran bien? ¿Quién no
desearía ser cambiado y transformado a imagen de Cristo?
Fuente; San Cipriano. Extracto sobre el Tratado sobre la muerte.
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