"¡Oh Trinidad eterna! ¡Oh Deidad, que con la unión de la naturaleza divina tan grande valor disteis a la sangre de vuestro único Hijo! ¡Oh Trinidad eterna! Vos sois un mar profundo donde si más busco más encuentro, y si más encuentro más busco. Saciando al alma, jamás la dejáis satisfecha, sino anhelante siempre, siempre hambrienta de Vos, Trinidad eterna, pues que desea ver vuestra luz en la luz vuestra. Como el ciervo suspira por el agua fresca de la fuente, así mi alma desea salir de su oscura prisión para contemplaros tal cual sois en la Verdad de vuestro Ser. ¿Se oculta aún mucho tiempo vuestra cara a mis miradas? ¡Oh Trinidad eterna, fuego y abismo de caridad! Disipad la nube de mi cuerpo; pues el conocimiento que vos me habéis dado de Vos mismo me llena de vuestra verdad y me empuja a anhelar la rotura de mis lazos terrenos.
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