La reverencia en la oración. Por San Benito

Si cuando queremos sugerir algo a los hombres poderosos, no osamos hacerlo sino con humildad y reverencia, ¿cuánto más se ha de suplicar al Señor Dios de todas las cosas con toda humildad y pura devoción?
Y sepamos que no seremos escuchados por hablar mucho, sino por la pureza de corazón y compunción de lágrimas. Por eso la oración debe ser breve y pura, a no ser que se prolongue por un efecto de la inspiración de la divina gracia.

Fuente: Regla de San Benito, Cap XX.


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