La humildad. Por P. Alfredo Sáenz

La humildad es verdad porque nace de Dios, "Padre de las luces" (Sant 1,17). La luz ,especialmente la luz divina, es lo que ilumina al hombre para que acierte a ubicarse, que no otra cosa es la humildad. Gracias a ella los hombres focalizan su lugar en la realidad, se colocan en el sitio que les corresponde, se mantienen en el orden, y por consiguiente, en la verdad. "Y como quiera que la verdad-dice Mons Gay- no sea otra cosa sino aquello que Dios piensa, aquello que Dios quiere, u aquello que Dios ama, resulta que estar en la vedad equivale a estar en los pensamientos, en los designios y en los amores de Dios". Refiriéndose al presente asunto escribe L. Lallemant: "Aquellos en los que este deseo de abyección es más ardiente, son los más grandes delante de Dios. Son los que marchan con más seguridad en la verdad y son tanto más semejantes a Dios, cuanto que no buscan, como Él, otra cosa que su gloria. Éste es su bien propio: la gloria no le pertenece más que a Él, en cuanto a nosotros, nuestro fondo es la nada, y si nos atribuimos otra cosa somos ladrones"

Fuente: P. Alfredo Sáenz en: Siete virtudes olvidadas, Buenos Aires, Gladius, 2005, pp. 39-40

Comentarios

  1. Es una entrada muy, muy certera. Pero cuenta mucho vivir en esa Luz, que abrasa, que deja al descubierto todas los defectos y las virtudes. Hay que ser valiente para salir de la penumbra.

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  2. Sí, Francisco, es cierto, cuesta mucho vivir en esa luz, reconocer esto ya es humildad y verdad. También es cierto que la penumbra puede ser de dos formas:la que buscamos por voluntad, es la que nos mantiene sujetos a las limitaciones de nuestra naturaleza, y otra penumbra, que es la que nos ayuda a ver nuestra nada, esta penumbra es la luz también, pero en exceso...la penumbra luminosa....Creo que la audacia para vivir la aventura de ser humildes, es fundamental. Teresa de Avila, por ejemplo, vivio con gran audacia su itinerario en la tierra: fue una gran aventurera

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