Presentación de Cristo en el Templo

Que las nubes derramen sus aguaceros,
pues Cristo niño,
sol llevado por ligera nube,
descansa en brazos puros en el Templo-
Por ello, creyentes, digámosle:
¡Cantemos al Señor pues se ha cubierto
de resplandeciente gloria!
¡Fortificaos, manos de Simeón
debilitadas por la ancianidad,
rodillas desfallecientes de un anciano!
¡Y nosotros, mezclados
a la danza de los incorpóreos
cantemos al Señor,
pues se ha cubierto
de resplandeciente Gloria!
Cielos desplegados por la divina inteligencia,
regocijaos,
y tú, tierra, estremécete:
vuestro Artesano
saliendo del seno de la divinidad,
Cristo es ofrecido a Dios su Padre
por medio de la Virgen su Madre,
como niño,
el que desde toda la eternidad existe:
¡Pues se ha cubierto de resplandeciente gloria!
TROPARIOS DE LA PRIMERA ODA (Liturgia Bizantina)

Comentarios

  1. Magnífica entrada, felicidades.

    ¿Por qué el Rey de los judios yace en un pesebre y no descansa en el templo? ¿Por qué no resplandece con púrpura, sino que está vestido con unos trapos? ¿Por qué está oculto en una cueva y no se manifista en el santuario? Pedro Crisólogo, Sermones 156, 8

    El día de la Presentación del Señor en el Templo, los ojos de Simeón vieron al Salvador, Simeón era un hombre piadoso y justo, que esperaba la consolación de Israel. Si era piadoso, hacía la mejor de las obras, la oración. Oraba por Israel, por eso mereció la visita en el Templo del Señor. Que nosotros igual que Simeón, hagamos oración para merecer igual que mereció Simeón, la visita del Señor en el Templo.

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