Del desasimiento y de la posesión de Dios. Por el Meister Eckhart. Segunda parte.

¿En qué consiste entonces, esta verdadera posesión de Dios de modo que uno lo tenga en verdad?
Esta verdadera posesión de Dios depende de la mente y de una entrañable [y] espiritual tendencia y disposición hacia Dios, [y] no de un continuo y parejo pensamiento [cifrado] en Dios; porque esto sería para la naturaleza una aspiración imposible; sería muy difícil y además no sería ni siquiera lo mejor de todo. El hombre no debe tener un Dios pensado ni contentarse con Él, pues cuando se desvanece el pensamiento, también se desvanece ese Dios. Uno debe tener más bien un Dios esencial que se halla muy por encima de los pensamientos de los hombres y de todas las criaturas. Este Dios no se desvanece, a no ser que el hombre voluntariamente se aparte de Él.
Quien posee a Dios así, en [su] esencia, lo toma al modo divino, y Dios resplandece para él en todas las cosas; porque todas las cosas tienen para él sabor de Dios y la imagen de Dios se le hace visible en todas las cosas. Dios reluce en él en todo momento, y en su fuero íntimo se produce un desasimiento libertador y se le imprime la imagen de su Dios amado [y] presente. Es como en el caso de un hombre que sufre agudamente de verdadera sed: puede ser que haga algo que no sea beber, y también podrá pensar en otras cosas, pero haga lo que hiciere y esté con cualquier persona, cualesquiera que sean sus empeños o sus ideas o sus acciones, mientras perdure la sed no le pasará la representación de la bebida, y cuanto mayor sea la sed tanto más fuerte y penetrante y presente y constante será la representación de la bebida. O quien ama una cosa ardientemente [y] con todo fervor, de modo que no le gusta ninguna otra ni lo afecta en el corazón fuera de ésta [la amada], y sólo aspira a ella y a nada más: de veras, a este hombre, dondequiera y con quienquiera que esté o cualquier cosa que emprenda o haga, nunca se le apagará en su fuero íntimo aquello que ama tan entrañablemente, y en todas las cosas hallará justamente la imagen de esa cosa y la tendrá presente con tanta más fuerza cuanto más fuerte sea su amor. Semejante hombre no busca [la] tranquilidad porque ninguna intranquilidad lo puede perturbar. Este hombre merece un elogio mucho mayor ante Dios porque concibe a todas las cosas como divinas y más elevadas de lo que son en sí mismas. De veras, para esto se necesita fervor y amor y [hace falta] que se cifre la atención exactamente en el interior del hombre y [que se tenga] un conocimiento recto, verdadero, juicioso [y] real de lo que es el fundamento del ánimo frente a las cosas y a la gente. Esta [actitud] no la puede aprender el ser humano mediante la huida, es decir, que exteriormente huya de las cosas y vaya al desierto; al contrario, él debe aprender [a tener] un desierto interior dondequiera y con quienquiera que esté. Debe aprender a penetrar a través de las cosas y a aprehender a su Dios ahí dentro, y a ser capaz de imprimir su imagen [la de Dios] en su fuero íntimo, vigorosamente, de manera esencial. Comparémoslo con alguien que quiere aprender a escribir: de cierto, si ha de dominar este arte, tiene que ejercitarse mucho y a menudo en esta actividad, por más penoso y difícil que le resulte y por imposible que le parezca; si está dispuesto a ejercitarse asiduamente y con frecuencia, lo aprenderá y dominará este arte. A fe mía, primero tiene que fijar sus pensamientos en cada letra individual y grabársela muy firmemente en la memoria. Más tarde, cuando domina el arte, ya no le hacen falta en absoluto la representación de la imagen ni la reflexión; entonces escribe despreocupada y libremente… Y lo mismo sucede cuando se trata de tocar el violín o de cualquier otra obra que ha de realizar con habilidad. A él le basta perfectamente saber que quiere poner en práctica su arte; y aun cuando no lo haga en forma continuamente consciente, ejecuta su tarea gracias a su habilidad sean los que fueren sus pensamientos.
Del mismo modo, el hombre debe estar compenetrado de la presencia divina y ser configurado a fondo con la forma de su Dios amado y hacerse esencial en Él de modo que le resplandezca el estar presente [de Dios] sin esfuerzo alguno y más aún: que logre desnudarse de todas las cosas y que se mantenga completamente libre de ellas. Para conseguirlo se necesita, al comienzo, de la reflexión y de un atento ejercicio de la memoria, tal como [le hacen falta] al alumno en [el aprendizaje de] su arte.

Fuente: Meister Eckhart."Tratados Pláticas instrutivas.


Comentarios

  1. Haciendo un inciso:

    Ayer dia 20 de enero ví a Pedro Piqueras, director de informativos Tele 5, que nos contaba como después de una semana del seismo en Haití, miembros del equipo de rescate español desplazados en la zona, habían encontrado con vida de entre los escombros a varias personas, entre los supervivientes se encontraban una señora de sesenta años y varios niños. Pedro Piqueras hizo el siguiente comentario: "Alguien debe de querer mucho a estos niños". Inmediatamente pude darme cuenta que habían sido las oraciones de la Iglesia las que habían salvado la vida a estas personas.
    Que mayor desasimiento, al hilo de este post, que desprendernos de nuestro tiempo en favor de los más necesitados.

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  2. Comparto con vosotros lo siguiente:

    Ayer cuando estaba escribiendo el comentario al llegar al texto que dice: "Que mayor desasimiento que, desprendernos de nuestro tiempo en favor de los más necesitados", se me encendió la luz y pude darme cuenta que:
    Las oraciones por Haití o cualquier otra intención que nos pida la Iglesia, deben de salir de eso que llamamos "nuestro espacio o nuestro tiempo". Me explico: No hay que mantener el mismo número de oraciones y cambiar únicamente las intenciones de las mismas. No, Lo que tenemos que hacer es donar ese tiempo que nos dedicamos a nosotros mismos.
    Es curioso, pero tuve que escribir este comentario para darme cuenta que lo que había que hacer es orar hasta caer exaustos. Entonces si que habremos salido de nosotros mismos en favor de los más necesitados.

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  3. Clara;
    creo que deberíamos gastar nuestras rodillas en este Dios que tanto nos ama y cuida. Y siempre siempre que nos ponemos a rezar, algo se produce, nunca salimos del encuentro con el Señor del mismo modo ni tampoco aquellos que llevamos a la oración a través de nuestras intenciones.

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  4. Ventura Dichosa;

    Tienes razón. La mejor oración que podemos ofrecer a un Dios que se arrodilla delante del hombre en Belén y en el Calvario, es la de vivir arrodillados. Que dificil es morir arrodillados cuando no se vive arrodillados.

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  5. !Señor, dadme de beber de esa Agua¡. Solo Tú puedes llenar las ansias, en medio del mundanal ruido. La filiación Divina, es la manera mejor y segura de estar Contigo. Así, todo se convierte en camino para vivir en el aquí y ahora, el Cielo; porque participamos de tu vida Divina.
    Regalanos un Corazón sencillo y puro para amarte.
    Alabado sea el Amor de los Amores.

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