No tengas preocupaciones de ti mismo. Por Dom Esteban Chevevière

No le hables a ti mismo de ti mismo. Los momentos de examen sean escasos y breves: algunos minutos al medio día y a la noche. Fuera de esto, no pienses en ti, ni para bien, ni para mal, para no despertar el amor propio ni descorazonarte. Cuando piensas en ti, tu imagen tan grosera substituye, en el espejo de tu alma, a la purísima belleza de Dios.
Tres cosas turban la limpidez: evítalas.
a) No critiques las dificultades de la vida
La vida es un combate: ¿no lo sabes ya? Si es necesario renunciarse, tomar la cruz, seguir a Jesús al Calvario, ¿hay de extrañarse de que haga falta luchar, sufrir, sangrar, llorar?
Tus dificultades vienen de tu entorno, de tu empleo, de tus propias miserias físicas y morales; de las tres cosas a la vez, quizás.
En cuanto a la actitud de tu alma respecto a ellas, trázate de una vez por todas una decidida línea de conducta ante Dios. Y en los momentos de encuentro con esas miserias, actúa en conformidad con la línea trazada. Los monólogos alarmistas no sirven para nada. Haz lo que puedas; abandona el resto a la misericordia de Dios. “Dios lo sabe todo. Lo puede todo, y me ama”: He aquí lo que justifica el abandono. Vive al calor de la luz del Salmo XXII: “El Señor es mi pastor; nada me falta”. Cada noche, te dormirás murmurando: “Ten confianza: ¡no te ocurrirá nada malo!”.
b) No sopeses tus penas ni tus sacrificios.
¿No has aceptado en bloque todo con tu profesión? “Recibe, Señor...” Cada mañana, en el momento de la Eucaristía, la Iglesia te ofrece como víctima pura, santa, inmaculada con Jesús, y tu consientes. Si comprendes el misterio de la cruz y el sentido de tu vida monástica, no te compadezcas de ti mismo. “Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9, 7).
Deja pues a Cristo sufrir en ti; préstale tu cuerpo y tu corazón, para que pueda “completar en su cuerpo místico lo que inauguró en el Calvario” (Cf. Col 1, 24). De lo contrario, no merece la elección que ha hecho de tu persona. Contempla su bello rostro de la Santa Faz, lacerado y doloroso, vuelto hacia ti. Ofrécele, unido y en calma, el espejo virgen de tu alma: en la tierra, esa es para ti la imagen que agrada a Dios.
c) No tengas “coquetería” de tu alma.
Haz, en todo momento, la voluntad de Dios, con las fuerzas y gracias del momento presente. No se te pide más. Acepta de corazón tus límites. ¿A qué grado de santidad quiere llevarte Dios? No lo sabrás más que en el cielo. No sondees sus misteriosos designios; no le rehúses nada deliberadamente. Intenta complacerle según tus fuerzas actuales y déjate conducir a donde Él quiera, por sus caminos, sin prisa febril.
No te aflijas por tus impotencias, ni aun, en cierto sentido, por tus miserias morales. Te querrías bello, irreprochable. Es una quimera; orgullo, quizás. Hasta el fin, permanecemos pecadores, objeto de la infinita misericordia, a la que tanto valora Dios.
No pactes jamás con el mal; permanece desligado de tu perfección moral. La santidad es ante todo algo de orden teologal, y es el Espíritu Santo quien la reparte en nuestros corazones; no somos nosotros quienes la fabricamos.
Compararse a los demás en materia de virtud, es hastiarse de la propia mediocridad, o creerse situado en la escala de la perfección; todo esto, obstaculiza y hace ruido. Hay santos de todas las tallas.
Tu elevación queda en el secreto de Dios; sin duda, Él no te dirá nada. Haz lo que esté en tu mano. Ama, ofrece a menudo a Dios la santidad inigualable de Jesús, de María y de los santos vivos y difuntos: todo eso te pertenece a ti, beneficiario de la Comunión de los Santos. Ofrécele la santidad global del Cuerpo Místico de Cristo: eso es lo que glorifica al Dios. Tú eres miembro de ese Cuerpo, el menos noble quizás, pero no sin utilidad. Di con convicción y serenidad: “Santa María, Madre de Dios, ruega por mí, pobre pecador”. Y vive en paz bajo las alas protectoras del Dios que te ama.

Fuente;  Dom Esteban Chevevière. Las puertas del silencio.

Comentarios

  1. Excelente Blog. Un retiro Espiritual. Es como ir al pozo a sacar agua. Gracias por el. Bendiciones en Cristo. Teresa

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  2. Mil Gracias Teresa. Mi objetivo es ese mismo, que este blog sea una especie de pozo desde donde se pueda sacar el agua de la vida espiritual.
    Dios la bendiga

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