¿No es la certeza de que Cristo resucitó la que ha infundido
valentía, audacia profética y perseverancia a los mártires de todas las épocas?
¿No es el encuentro con Jesús vivo el que ha convertido y fascinado a tantos
hombres y mujeres, que desde los inicios del cristianismo siguen dejándolo todo
para seguirlo y poniendo su vida al servicio del Evangelio? «Si Cristo no
resucitó, —decía el apóstol san Pablo— es vana nuestra predicación y es vana
también nuestra fe» (1Co 15, 14). Pero ¡resucitó!
El anuncio que en estos días volvemos a escuchar sin cesar
es precisamente este: ¡Jesús ha resucitado! Es «el que vive» (Ap 1, 18), y
nosotros podemos encontrarnos con él, como se encontraron con él las mujeres
que, al alba del tercer día, el día siguiente al sábado, se habían dirigido al
sepulcro; como se encontraron con él los discípulos, sorprendidos y
desconcertados por lo que les habían referido las mujeres; y como se
encontraron con él muchos otros testigos en los días que siguieron a su
resurrección.
S.S. Benedicto XVI. Audiencia general. 26- 3- 2008
Comentarios
Publicar un comentario