"En su bondad, nuestro Señor
no quiere que sus servidores desesperen por el hecho de sus lamentables y
frecuentes caídas, ya que nuestras caídas no son obstáculo a su amor. Su paz y
amor están siempre con nosotros, viviendo y actuando. (…) Quiere que sepamos
que él es el fundamento de nuestra vida en el amor y nuestro protector eterno.
Nos defiende con potencia contra todo tipo de enemigos, esas fieras furiosas
contra nosotros. Tenemos gran necesidad de él porque, por nuestras caídas,
frecuentemente damos ocasión a los enemigos."
Juliana de Norwich. Libro de
visiones y revelaciones del amor divino, 39.