El Espíritu Santo es el amor de Dios. Por Monseñor Luis María Martínez

 

¡Si nos diéramos cuenta de que llevamos al Espíritu Santo en nuestras almas, cómo se transformaría nuestra vida!

¿Por qué quejarnos de la soledad cuando nos acompaña el Espíritu Santo? ¿Por qué sentir pena e inquietud cuando llevamos en nuestra alma al Paráclito? ¿Por qué andar suspirando por la felicidad de los bienaventurados? ¡Si tuviéramos una fe viva!, ¡si nos diéramos cuenta del misterio que se realiza en nuestras almas! Como dijo Jesús a la Samaritana en el brocal del pozo de Jacob: «Si scires donum Dei...!». (¡Si conocieras el don de Dios...!)

El don de Dios es el Espíritu Santo. Tiene ese nombre la tercera Persona de la Santísima Trinidad; es el don, porque el amor se manifiesta por dones, pero el primer don que hace el que ama es el don de su amor; todos los demás dones son manifestaciones y consecuencias de este don supremo. Y el Espíritu Santo es el amor de Dios; por eso se llama por excelencia el don de Dios.

Mons. Luis María Martínez. En: Los dones del Espíritu Santo. Ediciones Rialp. Madrid. 2015.



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