"El amor de Dios no tiene límites, ¿quién lo puede
describir? Adán había perdido el Paraíso terrenal y lo buscaba con lágrimas.
Con su muerte en la cruz, el Señor le abrió otro paraíso, el cielo, donde
resplandece la luz de la Santa Trinidad".
San Silvano del Monte Athos, en: Sus escritos.
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