"Vino entonces nuestro Señor, haciéndose hombre por nuestra causa, para sanar dice san Gregorio, lo semejante por lo semejante, el alma por el alma, la carne por la carne. Porque se hizo hombre en todo, menos en el pecado. Tomó nuestra misma sustancia, las primicias de nuestra naturaleza, y pasó a ser un nuevo Adán a la imagen de Aquél que lo había creado (Col 3,10), restaurando el estado natural del hombre, y dando a sus facultades su integridad primigenia. Como hombre renovó al hombre caído, y lo libró de la esclavitud que lo arrastraba violentamente hacia el pecado. Porque es por una violencia tiránica por lo que el hombre es arrastrado por el enemigo. De donde los mismos que querían evitar el pecado eran como forzados a cometerlo. Como lo dice el Apóstol en nombre nuestro: El bien que quiero no lo hago, y el mal que no quiero lo realizo (Rm 7, 19)".
San Doroteo de Gaza. Conferencia I "Acerca del renunciamiento"
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