"El que ama
a Dios se contenta con agradarlo, porque el mayor premio que podemos desear es
el mismo amor; el amor, en efecto, viene de Dios, de tal manera que Dios mismo
es el amor. El alma piadosa e íntegra busca en ello su plenitud y no desea otro
deleite. Porque es una gran verdad aquello que dice el Señor: Donde está tu
tesoro, allí está tu corazón".
San León Magno.
Sermón 92
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