"No hay otro acto de fe en
el que esta se pueda ejercer con más firmeza que en la Eucaristía. No existe un
homenaje de la fe más sublime que creer en Cristo cuya divinidad y cuya
humanidad permanecen ocultas bajo la apariencia de la Hostia. Cuando Jesús te
muestra un poco de pan y de vino, y te dice «esto es mi cuerpo... esta es mi
sangre», y tu inteligencia prescinde de lo que afirman tus sentidos y acepta
esas palabras de Cristo; cuando tu voluntad, llevada por la fe y el amor, te
conduce hasta la mesa del Señor, estás haciendo el mayor acto de fe que puede
existir.
Para poder recibir cada día la
amable visita de Cristo en la sagrada comunión cuentas con su palabra. Puedes
escucharle cuando te habla de corazón a corazón y puedes hablarle tú. No le
verás con los ojos del cuerpo, pero Él te dice que está ahí, y que mayor será
tu recompensa si crees en su palabra. Precisamente por esa inmensa reserva de
méritos que puedes ganar, Dios quiere que, antes de contemplar a Cristo cara a
cara, hayas pasado cierto tiempo creyendo en Él y configurando tu vida con la
suya.
Lawrence G. Lovasik. El libro de
la Eucaristía. Rialp. Madrid. 2015.
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