25 de marzo/ Solemnidad de la Anunciación del Señor
"Enriquecida desde el primer
instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente
singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios, es saludada por el ángel de la
Anunciación como «llena de gracia» (cf. Lc 1, 28), a la vez
que ella responde al mensajero celestial: «He aquí la esclava del Señor, hágase
en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje
divino, se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin
entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró
totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo,
sirviendo con diligencia al misterio de la redención con El y bajo El, con la
gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que
María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que
cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres. Como dice San
Ireneo, «obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí misma y para
todo el género humano»"
Constitución Dogmatica sobre la Iglesia. Lumen Gentium 56.
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