La lucha contra los espíritus del mal. Por el Presbítero Hesiquio

 Primer domingo de Cuaresma/ Las tentaciones de Jesús en el desierto

Nuestro Maestro y Dios encarnado nos ha dado un modelo de todas las virtudes (cf. 1 Pe 2,21), un ejemplo para la raza de los hombres y nos ha hecho retornar de la antigua caída, personificando la vida virtuosa en la condición de su carne. Nos ha revelado todas las obras buenas y es con ellas que ha subido al desierto, después del bautismo. En el desierto, comenzó el combate de la inteligencia con el ayuno, cuando el diablo se le aproximó como a un simple hombre (cf. Mt 4,3). Con la forma cómo ha vencido, el Maestro nos enseñó a nosotros también cómo llevar la lucha contra los espíritus del mal: en la humildad, el ayuno, la oración (Mt 17,21), la sobriedad y la vigilancia. Él mismo no tenía ninguna necesidad de todo eso. Porque él es Dios y Dios de dioses. (…)

Que el alma ponga su confianza en Cristo, lo invoque y no tenga miedo. Ella no combate sola sino con el terrible Rey, Jesucristo, Creador de todos los seres, corporales e incorporales, es decir, visibles e invisibles


El Presbítero Hesiquio. A propósito de la sobriedad y la virtud. En Filocalia. Puntos 12 y 40.

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