¿Acaso hay una voz más grande que la del Verbo?. Por San Gregorio Nacianceno


“¡Lázaro, sal fuera!” Acostado en la tumba, esta llamada ha resonado en tu oído. ¿Acaso hay una voz más grande que la del Verbo? Entonces, tú que estabas muerto, y no tan sólo después de cuatro días sino desde hacía largo tiempo, has salido. Has resucitado con Cristo…; tus vendas han caído. Ahora, no vuelvas a morir; no te reúnas con los que yacen en las tumbas; no te dejes ahogar por las vendas de tus pecados. Pues, ¿acaso podrías resucitar de nuevo? ¿Podrías pasar de la muerte de aquí a la resurrección de todos, al final de los tiempos?...
¡Qué la llamada del Señor resuene en tus oídos! No los cierres a la enseñanza y a los consejos del Señor. Si en tu sepulcro estabas ciego y sin luz, abre los ojos para no hundirte en el sueño de la muerte. En la luz del Señor, contempla la luz; en el Espíritu de Dios, fija tus ojos sobre el Hijo. Si acoges la Palabra entera, concentras sobre tu alma el poder de Cristo que cura y resucita… No temas esforzarte para mantener la pureza de tu bautismo y pon en tu corazón cuales son los caminos que suben hacia el Señor. Conserva cuidadosamente tu absolución que por pura gracia has recibido…
Seamos luz, según lo han aprendido los discípulos de aquel que es la gran Luz: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14). Seamos lámparas en medio del mundo manteniendo bien alta la Palabra de la vida, siendo fuerza de vida para los demás. Vayamos al encuentro de Dios, al encuentro de aquel que es la primera y más pura luz.

San Gregorio Nacianceno, Sermón sobre el santo Bautismo.