En este día adoraron al Señor los magos. Por San Agustín

6 de enero/ Epifanía del Señor

La fecha nos invita a hablaros, como todos los años, de la solemnidad del día de hoy, conocida en todo el mundo; de lo que tiene de festivo para nosotros y de lo que conmemoramos en esta celebración anual. Epifanía es un término griego que podemos traducir por «manifestación». Se nos dice que en este día adoraron al Señor los magos, advertidos por la aparición de una estrella que iba delante guiándoles. En el mismo día en que él nació vieron la estrella en el oriente, y reconocieron quién era aquel cuyo nacimiento se les había indicado. Desde aquel preciso día hasta el de hoy estuvieron en camino, aterrorizaron al rey Herodes con su proclama y se encontraron con los judíos, quienes, con la Escritura profética en la mano, les respondieron que Belén era la ciudad en que había de nacer el Señor. Teniendo la misma estrella por guía, llegaron luego hasta el Señor mismo, y, cuando les fue mostrado, lo adoraron. Le ofrecieron oro, incienso y mirra, y regresaron por otro camino. En el mismo día de su nacimiento se manifestó a unos pastores advertidos por un ángel, y en el mismo día, lejos, en el oriente, recibieron el anuncio los magos a través de una estrella, pero solamente en esta fecha fue adorado por ellos. Toda la Iglesia de la gentilidad ha aceptado celebrar con la máxima devoción este día, pues ¿qué otra cosa fueron aquellos magos sino las primicias de los gentiles? Los pastores eran israelitas; los magos, gentiles; aquéllos vinieron de cerca; éstos, de lejos; pero unos y otros coincidieron en la piedra angular. Dice el Apóstol: Cuando vino, nos anunció la paz a nosotros, que estábamos lejos y a los que estaban cerca. Él es, en efecto, nuestra paz, quien hizo de ambos pueblos uno solo, y constituyó en sí a los dos en un solo hombre nuevo, estableciendo la paz, y transformó a los dos en un solo cuerpo para Dios, dando muerte en sí mismo a las enemistades.

San Agustín, Sermón 202.

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