25 de enero/ Fiesta de la conversión de
san Pablo
San Pablo, antes de la conversión, no era un hombre alejado de
Dios y de su ley. Al contrario, era observante, con una observancia fiel que
rayaba en el fanatismo. Sin embargo, a la luz del encuentro con Cristo
comprendió que con ello sólo había buscado construirse a sí mismo, su propia
justicia, y que con toda esa justicia sólo había vivido para sí mismo.
Comprendió que su vida necesitaba absolutamente una nueva orientación. Y esta nueva orientación la
expresa así: "La vida, que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe
del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20).
Así pues, san
Pablo ya no vive para sí mismo, para su propia justicia. Vive de Cristo y con
Cristo: dándose a sí mismo; ya no buscándose y construyéndose a sí mismo. Esta
es la nueva justicia, la nueva orientación que nos da el Señor, que nos da la
fe. Ante la cruz de Cristo, expresión máxima de su entrega, ya nadie puede
gloriarse de sí mismo, de su propia justicia, conseguida por sí mismo y para sí
mismo.
S.S.
Benedicto XV. Audiencia General 8 de noviembre de 2006.
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