Si amamos a Jesús, vivimos más en Él que en nosotros,
olvidamos lo que nos concierne, para no pensar más que en aquello que le
concierne, y como Él vive en una paz y una bienaventuranza inefables,
sentado a la diestra de su Padre, nosotros participamos en la misma
medida de nuestro amor de la paz y la bienaventuranza de nuestro divino
Bienamado...
Fuente: Carlos de Foucauld,
Carta a su hermana /19 de
noviembre 1899.
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