Jesús era como nadie maestro en el arte de amar. Igual que
un emigrante que se ha marchado al extranjero, aunque se adapte a la nueva
situación, lleva siempre consigo, al menos en su corazón, las leyes y las
costumbres de su pueblo, así él al venir a la tierra se trajo, como peregrino
de la Trinidad, el modo de vivir de su patria celestial, «expresando
humanamente los comportamientos divinos de la Trinidad»
Fuente: Francois Xavier Nguyen Van Thuan. En: Testigos de
esperanza. Ejercicios espirituales dados en presencia de S. S. Juan Pablo II
Capilla “Redemptoris Mater”12-18 marzo 2000. Madrid. Ciudad Nueva. 2004. p 83.
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