Necesidad radical de la Palabra del Señor. Por Madeleine Delbrel

Necesidad radical de la Palabra del Señor
La oración oficial de la Iglesia es por entero la Palabra de Dios repetida, proclamada y enseñada.
Entrar y permanecer en el espíritu de esta oración requiere como principal condición oír, escuchar y asimilar la Palabra de Dios, a fin de que pueda obrar en nosotros.
No podemos ser «en espíritu y en verdad» adoradores de Dios sin oír y sin aprender lo que nos dice de sí mismo a través de su Hijo.
No podemos encontrar a Jesús para conocerle, amarle e imitarle sin recurrir concreta, constante y obstinadamente al Evangelio, sin que ese recurso al Evangelio forme íntimamente parte de nuestra vida.
Cada una de estas orientaciones profundas, de estas intenciones fundamentales, desemboca en la Palabra de Dios, y principalmente en el Evangelio, que es su plenitud. Pero Dios nos ha
hablado y nos habla aún en el Antiguo Testamento, y el mínimo de atención que podemos proporcionarle es escuchar y recibir lo que la Iglesia, a lo largo de todo el año, nos repite de esas palabras.
Escuchar al Señor de verdad es para nosotros cuestión de vida o muerte.
Pero nuestro mayor riesgo no reside en escuchar al Señor, sino en escucharle como meros «aficionados».

Madeleine Delbrel. La alegría de creer,Bilbao. Editorial Sal Terrae, 1997. pp 239-240.

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