Cuarenta días estuvo Jesucristo
en el desierto, solo, en silencio, ayuno y oración, sin hablar palabra, sin
probar ningún manjar, sin ver a persona humana, sufriendo toda clase de
inclemencias.
He aquí el ejemplo que debed
imitar que quieras emprender alguna cosa
de importancia: retirarte a la soledad, mortificarte, orar. Así todas tus
empresas saldrán con gloria de Dios y provecho de los demás y de ti mismo. …No
lo olvides.
Medita cómo Jesucristo fue
tentado para ir delante de ti con su ejemplo, para vencer las tentaciones, para
compadecerse de los tentados y para merecernos la gracia de resistirlas.
Tienta primero el demonio a Jesús
por la parte más flaca, porque ve que tiene hambre, y le dice: “Si eres Hijo de
Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Tienta a Jesús por vanagloria, y,
llevándolo a lo más alto del templo, le dice: “Si ere Hijo de Dios échate de
aquí abajo, porque escrito está que los ángeles de guardarán para que no
tropiece tu pie con la piedra”.
Por fin, viendo que con estas
tentaciones no podía vencer a Jesucristo, tiéntale por la avaricia y la
ambición, y dícele el tentador, después de haberle subido a lo más encumbrado
de un monte, y mostrando todos los reinos del mundo y su gloria: “Todas estas
cosas te daré si postrándote, o cayéndote a mis pies me adoras…”
He aquí el demonio con toda su
astucia y malicia. Embiste siempre por la parte más flaca, halagando, adulando,
prometiendo, mintiendo…
¿No es verdad que así te ha
tentado a ti siempre y te ha hecho caer en la tentación?...
¿Cómo vencerás las tentaciones?
Es imposible no ser tentado, por la vida del hombre sobre la tierra es continua
guerra… ¿Tienta a Cristo y no te tentará a ti Satanás? Vigilancia y oración
necesitas para no caer en la tentación. Imita a Jesucristo…
Las tentaciones de la gula las
vencerás con el desprecio. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios, decía Jesucristo.
La tentación de vanagloria se
vence descubriendo la intención de Satanás Escrito está: No tentarás a tu Dios
y Señor.
La avaricia y ambición, que es
servidumbre de ídolos, se vence rechazándola con indignación, diciendo: “Apártate,
Satanás. Escrito está: Adoraras a tu Dios y Señor, y a Él solo servirás…
Resiste, pues, con fe, y huirá
Satanás, y vencerás todas sus tentaciones, y los ángeles te servirán, te
consolarán, te confortarán.
Con desconfianza propia y
confianza en Dios, con vigilancia y oración me prepararé para vencer la
tentación.
Fuente: Enrique de Ossó. Cuarto de hora de oración. Barcelona,
Ediciones STJ. 1979. 73- 74.
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