Hijo mío, no discutas sobre las formas de oración. Deja para otros distinguir grados y técnicas.
Tú sé agradecido con los que nos han sabido comunicar la riqueza, la llama viva de su oración, pero desconfía de las teorías que entorpecen y atascan el simple impulso de amor.
Hijo mío, ¡es todo tan simple! La oración no es otra cosa que este impulso de amor que puedeexpresar el infinito en una fracción de segundo.El núcleo de toda oración es un acto de amor.
Algunas palabras, pocas palabras, una sola palabra es suficiente para dirigir el impulso de amor.
Cuando con toda tu alma dices: "Te amo" o "Dame tu amor" o simplemente: "Amo", cuando te has unido así al amor universal, lo has dicho todo.
Según los lugares y las circunstancias, y por no contristar a otros, podrás usar paráfrasis y adaptaciones dignas del impulso de amor: en esto se mantiene lo esencial.
Amor infinito, pon en mis labios la palabra de amor dirigida al Amor.
Fuente: Un monje de la Iglesia de oriente. Amor sin límites. Madrid, Narcea, 1987. p 91.
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