6 de enero Solemnidad de la Epifanía del Señor |
Ellos forman la incontable descendencia
prometida en otro tiempo a Abraham, descendencia que había de ser engendrada no
según la carne, sino por la fecundidad de la fe, y que por esto fue comparada a
la multitud de las estrellas, para que la esperanza del padre de todas las
gentes tuviera por objeto no una progenie terrena, sino celestial.
Entre, entre en la familia de los
patriarcas la totalidad de los gentiles, y reciban los hijos de la promesa la
bendición de la descendencia de Abraham, a la que han renunciado los hijos
según la carne. En la persona de los tres magos adoren todos los pueblos al
Autor del universo; y sea Dios conocido no sólo en Judea, sino en todo el orbe,
a fin de que en todas partes su fama sea grande en Israel.
Adoctrinados, amadísimos hermanos, por
estos misterios de la gracia divina, celebremos, llenos de gozo espiritual, el
día de nuestras primicias y el comienzo de la vocación de los gentiles, dando
gracias a Dios misericordioso que, como dice el Apóstol, nos ha hecho capaces
de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del
dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido;
porque, como había profetizado Isaías, el pueblo de los gentiles que caminaba
en tinieblas vio una grande luz; sobre los que habitaban en tierra de sombras
brilló un intenso resplandor. De ellos dice el mismo profeta, dirigiéndose al
Señor: Tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá
hacia ti.
Éste es el día que Abraham contempló y
saltó de gozo, al reconocer a los hijos de su fe que habían de ser bendecidos en
su descendencia, que es Cristo; y, al contemplar de antemano que había de ser
por su fe padre de todas las gentes, dio gloria a Dios, plenamente convencido
de que Dios, que lo había prometido, tenía también poder para cumplirlo.
Éste es el día que cantó el salmista,
cuando dijo: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor,
bendecirán tu nombre; y también: El Señor da a conocer su salvación, revela a
las naciones su justicia.
Sabemos que estas predicciones empezaron a cumplirse desde que la estrella hizo salir de su lejano país a los tres magos, para que conocieran y adoraran al Rey de cielo y tierra. Su docilidad es para nosotros un ejemplo que nos exhorta a todos a que sigamos, según nuestra capacidad, las invitaciones de la gracia, que nos lleva a Cristo.
Sabemos que estas predicciones empezaron a cumplirse desde que la estrella hizo salir de su lejano país a los tres magos, para que conocieran y adoraran al Rey de cielo y tierra. Su docilidad es para nosotros un ejemplo que nos exhorta a todos a que sigamos, según nuestra capacidad, las invitaciones de la gracia, que nos lleva a Cristo.
Fuente: De los Sermones de san León Magno, papa (Sermón 3 En la Epifanía del Señor, 1-3. 5: PL 54, 240-244) Oficio de lectura 6 de enero.
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