Llevemos con amor nuestra cruz. Por San Juan Bosco

31 de enero- San Juan Bosco

Esta mañana he repartido algunos crucifijos. Hubiera deseado repartir muchos más. Pero algunas ya lo tienen y otras los recibirán más tarde. Lo que sí recomiendo es que todas los llevéis de buena gana, y que todos busquemos cargar, no con la cruz que nosotros queramos, sino con la que nos destine la santa voluntad de Dios. Llevémosla cada uno alegremente, pensando que, como los años pasan, pasa también la cruz. Por lo tanto, digamos: «Cruz bendita, ahora tú pesas un poco, pero el tiempo será breve, y esta cruz nos hará ganar una corona de rosas para la eternidad». Tenedlo bien en la mente y en el corazón, y decid frecuentemente lo que San Agustín: « ¡Oh cruz santa: que yo sude llevándote aquí en la tierra, con tal de que después de este trabajo llegue la gloria! »
Sí, hijas mías, llevemos con amor cada uno nuestra propia cruz y no la apoyemos sobre los demás; al contrario, ayudemos a los otros a llevar la suya. Cada cual se diga a sí misma: «Ciertamente yo soy cruz para los demás, como también los demás lo son con frecuencia para mí; pero mi cruz la quiero llevar yo solo, y yo no he de ser cruz para otros». Ya os dais cuenta de que, al decir cruz, no me refiero sólo a esa ligera que os repartí esta mañana. Hablo de la otra cruz que nos manda el Señor y que, en general, contraría nuestra voluntad, cruz que nunca falta en esta vida.
(...) Quizás trabajéis mucho y, a pesar de todo, no consigáis que los demás estén contentos. Trabajad siempre por la gloria de Dios, y llevad, siempre, bien vuestra cruz, porque así agrada al Señor. Cierto, habrá espinas, pero espinas que con el tiempo se trocarán en flores que durarán toda una eternidad.

Fuente: San Juan Bosco. Fragmento de la plática del 23 de agosto de 1885 en Niza- Monferrato, dirigida a sus hermanas de congregación. En: Obras fundamentales. Madrid BAC,1979. 688-700. 

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