1. La luz de la aurora precede al sol y la antesala de toda
humildad es la dulzura. Escuchemos, pues, a la luz decirnos en qué orden los
dispuso: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt
11:29). También, antes de contemplar el sol, debemos ser iluminados por la
aurora; entonces, podemos sostener la vista del sol. Pues es imposible,
completamente imposible, mirar el sol antes de conocer primero esta luz, como
nos lo enseña el lugar respectivo de cada una de las dos virtudes, en la
Palabra del Señor.
2. La dulzura es un estado inmutable del intelecto, que
permanece siempre igual tanto en los honores como en las humillaciones.
3. Cuando estamos atormentados por el prójimo, la dulzura
nos hace rezar por él sin ser sensibles y sinceramente.
4. La dulzura es una roca que domina el mar de la
irascibilidad y contra la cual se estrellan todas las olas que rompen allí, sin
que ella se conmueva jamás.
5. La dulzura es el sostén de la paciencia; la entrada, o
mejor, la madre, de la caridad, el fundamento de la discreción; en efecto, está
escrito: "Conduce en la justicia a los humildes" (Sal 24:9). Procura
el perdón de los pecados, da confianza en la oración, es la residencia del
Espíritu Santo: "¿En quién voy a fijarme? En el dulce y humilde" (Is
66:2).
6. La dulzura es la colaboradora de la obediencia, es la
guía de la comunidad fraterna, el freno del furioso, el obstáculo del colérico,
una fuente de alegría, la imitación de Cristo, una cualidad propia de los
ángeles, la traba de los demonios, un escudo contra la amargura.
7. En los corazones dulces reposa el Señor; pero el alma
agitada es el asiento del diablo.
8. Los mansos recibirán en herencia la tierra (cf. Mt 5:4) o
mejor aún, dominarán sobre ella; pero los hombres violentos serán expulsados de
su tierra.
9. Un alma dulce es el trono de la simplicidad; el espíritu
colérico produce la maldad.
10. El alma apacible está plena de palabras de sabiduría
pues "conduce en la justicia a los humildes" o, mejor, en el
discernimiento.
11. El alma recta es la compañera de la humildad; el alma
llena de maldad es hija del orgullo.
12. El alma de los mansos está plena de ciencia; el espíritu
colérico habita entre las tinieblas y la ignorancia.
13. Un hombre encolerizado y un bribón se encontraron; era
imposible descubrir una palabra sincera en su conversación. Si pusieras al
desnudo el corazón del primero, encontrarías en él la locura; mira en el alma
del segundo y verás allí la maldad.
14. La simplicidad es un hábito del alma que excluye todo
artificio y la inmuniza contra la malevolencia.
15. La ausencia de malicia es un estado feliz del alma
exenta de toda segunda intención.
16. La primera prerrogativa de la infancia es una
simplicidad exenta de artificio; en todo el tiempo que la conservó, Adán no vio
la desnudez de su alma y la indecencia de su carne.
17. Bella y bienaventurada es la simplicidad que algunos
poseen por naturaleza, pero lo es menos que aquella que, a fuerza de penas y
sudores, pudo injertarse sobre un tallo perjudicial. La primera está al abrigo
de muchos artificios y pasiones; pero la segunda procura una humildad muy
profunda y una extrema dulzura. La primera casi no merece recompensa; pero la
de la segunda, será infinita.
18. Todos los que deseamos conseguir el favor del Señor,
acerquémonos a Él como discípulo del maestro, con toda simplicidad, sin
hipocresía, sin maldad ni artificio ni complicaciones. En efecto, Él mismo es
simple y sin complejidad y quiere que las almas que se le acercan sean simples
e inocentes. Pues la simplicidad no se encontrará jamás separada de la
humildad.
19. El malo es un falso vidente que cree poder sorprender
las intenciones ocultas en las palabras y las disposiciones del corazón a
través de las actitudes exteriores.
20. He observado que algunas almas rectas aprendieron maldad
al estar en contacto con los malvados y me sorprendía que pudieran perder tan
rápidamente su propiedad natural y su excelencia. Pero a esas almas les resulta
tan fácil perder la gracia como a las malvadas les resulta difícil corregirse.
Sin embargo, el verdadero exilio, la obediencia y el prestar atención a las
palabras, a menudo tienen una gran eficacia y curan maravillosamente a los
incurables.
21. Si la ciencia ensoberbece en la mayoría de los casos
(cf. 1 Co 8:1), la falta de instrucción y la ignorancia ¿no podrían, a la
inversa, traer aparejada la humildad? Sin embargo, algunos, aunque escasos, se
enorgullecen de su ausencia de saber.
22. Pablo, el Simple, tres veces bendito, es un ejemplo
sorprendente y un modelo perfecto de la bienaventurada simplicidad.
Absolutamente nadie vio jamás tal progreso en tan poco tiempo ni tuvo
conocimiento de ello ni podrá verlo jamás.
23. El monje con el corazón simple es una bestia de carga
que razona y que descarga el fardo sobre su conductor. Un animal no resiste a
aquel que lo ata; un alma recta obra de la misma manera con su superior: lo
sigue dócilmente adonde quiere conducirla; aunque la enviara al matadero, no
sabría resistir.
24. La ausencia de maldad es la pureza natural de un alma
que se comporta en toda ocasión según el modo como fue creada.
25. La rectitud es un pensamiento sin complicaciones, un
carácter leal, un lenguaje franco y sin disfraz.
26. Dios es Amor y también Rectitud. Por eso, al dirigirse
al corazón puro, el sabio dice, en el Cantar de los Cantares: "¡Con qué
razón eres amado!" (Ct 1:4); y David afirma también: "Bueno y recto
es Yahvé" (Sal 24:8); y de aquellos que llevan su nombre, dice que serán
salvados: "Es el salvador de los de recto corazón" (Sal 7:11). E
incluso: "Es justo Yahvé y lo justo ama y los rectos contemplarán su
rostro" (Sal 11:7).
27. La malignidad es una perversión de la rectitud, un
pensamiento tortuoso, una falsa complacencia, falsos juramentos, palabras
capciosas, un corazón impenetrable, un abismo de artificio, la mentira
convertida en hábito, el orgullo que ha llegado a ser natural, un enemigo de la
humildad, una simulación de la penitencia, repulsión por la compunción, odio
por la confesión, atadura a su propio sentido, una fuente de caídas, lo opuesto
a la elevación, una sonrisa burlona ante las ofensas, una gravedad simulada,
una falsa piedad, una vida diabólica.
28. El hombre malo es semejante al Diablo y es su amigo; el
Señor nos enseñó a llamar al Diablo así, como dijo el evangelista (Mt 6:13):
"Líbranos del mal" (o del Malo).
29. La malignidad es una ciencia diabólica o mejor aún una
perversión que, como no posee la verdad, espera engañar a todo el mundo.
30. La hipocresía es una contradicción entre la actitud del
cuerpo y la del alma, plena de todo tipo de pensamiento con doble intención.
31. Huyamos del precipicio de la hipocresía y del abismo de
la duplicidad, escuchando estas palabras: "Serán extirpados los
malvados" (Sal 36:9). "Pues aridecen presto como el heno, cual la
hierba tierna se marchitan" (Sal 36:2), ya que de tal naturaleza son los
pastos de los demonios.
32. Es difícil para los ricos entrar en el Reino (cf. Mt
9:23) y es igualmente difícil para los sabios entrar en la simplicidad.
33. A menudo una caída vuelve sensatos a los débiles,
confiriéndoles, a pesar de sí mismos, ausencia de malicia y salvación.
34. Esfuérzate por perder tu propia sabiduría; al hacerlo
encontrarás la salvación y el camino directo hacia Jesús, Nuestro Señor. Amén.
Fuente: San Juan Clímaco. La santa escala. Vigésimo cuarto escalón: de la simplicidad
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