18 DE AGOSTO / MEMORIA DE SAN ALBERTO HURTADO
La alegría no depende de fuera,
sino de dentro. El católico que medita su fe, nunca puede estar triste. ¿El
pasado? Pertenece a la misericordia de Dios. ¿El presente? A su buena voluntad
ayudada por la gracia abundante de Cristo. ¿El porvenir? Al inmenso amor de su
Padre celestial.
Para quien sabe que no se cae un
cabello de nuestra cabeza sin que el Padre de los cielos, que es al propio tiempo
su Padre, lo sepa ¿qué podrá entristecerlo? Como decía Santa Teresa: “Dios lo
sabe todo, lo puede todo; me ama”. La gran receta para tener alegría, es vivir
de fe.
San Alberto Hurtado. Extracto de
Humanismo social.
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