¿Por qué Judas traicionó a Jesús? Por S.S. Benedicto XVI


¿Por qué [Judas] traicionó a Jesús? Para responder a este interrogante se han hecho varias hipótesis. Algunos recurren al factor de la avidez por el dinero; otros dan una explicación de carácter mesiánico:  Judas habría quedado decepcionado al ver que Jesús no incluía en su programa la liberación político-militar de su país.
En realidad, los textos evangélicos insisten en otro aspecto:  Juan dice expresamente  que "el diablo  había  puesto en el  corazón  a  Judas  Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo" (Jn 13, 2); de manera semejante, Lucas escribe:  "Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce" (Lc 22, 3). De este modo, se va más allá de las motivaciones históricas y se explica lo sucedido basándose en la responsabilidad personal de Judas, que cedió miserablemente a una tentación del Maligno. En todo caso, la traición de Judas sigue siendo un misterio. Jesús lo trató como a un amigo (cf. Mt 26, 50), pero en sus invitaciones a seguirlo por el camino de las bienaventuranzas no forzaba las voluntades ni les impedía caer en las tentaciones de Satanás, respetando la libertad humana.
En efecto, las posibilidades de perversión del corazón humano son realmente muchas. El único modo de prevenirlas consiste en no cultivar una visión de las cosas meramente individualista, autónoma, sino, por el contrario, en ponerse siempre del lado de Jesús, asumiendo su punto de vista. Día tras día debemos esforzarnos por estar en plena comunión con él.
Recordemos que incluso Pedro quería oponerse a él y a lo que le esperaba en Jerusalén, pero recibió una fortísima reprensión:  "Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres" (Mc 8, 33). Tras su caída, Pedro se arrepintió y encontró perdón y gracia. También Judas se arrepintió, pero su arrepentimiento degeneró en desesperación y así se transformó en autodestrucción. Para nosotros es una invitación a tener siempre presente lo que dice san Benito al final del capítulo V de su "Regla", un capítulo fundamental:  "No desesperar nunca de la misericordia de Dios". En realidad, "Dios es mayor que nuestra conciencia", como dice san Juan (1 Jn 3, 20).
Recordemos dos cosas. La primera:  Jesús respeta nuestra libertad. La segunda:  Jesús espera que queramos arrepentirnos y convertirnos; es rico en misericordia y perdón. Por lo demás, cuando pensamos en el papel negativo que desempeñó Judas, debemos enmarcarlo en el designio superior de Dios que guía los acontecimientos. Su traición llevó a la muerte de Jesús, quien transformó este tremendo suplicio en un espacio de amor salvífico y en entrega de sí mismo al Padre (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). El verbo "traicionar" es la versión de una palabra griega que significa "entregar". A veces su sujeto es incluso Dios en persona:  él mismo por amor "entregó" a Jesús por todos nosotros (cf. Rm 8, 32). En su misterioso plan de salvación, Dios asume el gesto injustificable de Judas como ocasión de la entrega total del Hijo por la redención del mundo.

Fuente: S. S. Benedicto XVI. Extracto de Audiencia General, 18  de octubre de 2006.

Comentarios