¿Qué nos dice el
Evangelista? La casa se llenó de la fragancia del perfume. Fue derramado
por las manos de una pecadora y lo extendió sobre las extremidades del
cuerpo de Cristo, sobre sus pies. Y no resultó de tan mala calidad,
cuando su exquisita
fragancia se extendió
por toda la casa. Si consideramos cómo se perfuma la Iglesia y
a cuántos da vida y sólo vida la fragancia de un solo pecador que se convierte,
cuando su arrepentimiento es público y perfecto, diríamos también sin dudar y
con toda justicia que por este primer aroma la casa se llenó de la fragancia
de su perfume. Es más: este perfume penetra la mansión de los
bienaventurados, pues la Verdad misma atestigua que los ángeles de Dios sienten
gran alegría por un solo pecador que se convierte.
Alegraos, pues, los
arrepentidos; cobrad ánimo los desalentados. Os lo digo a
vosotros, los que recientemente os habéis vuelto del mundo, alejándoos de
vuestros caminos de perversión; los que por ello os sentís sumidos en la
amargura por la confusión de vuestra alma compungida, atormentados e inquietos
por el intenso dolor de vuestras heridas aún frescas. Derramen vuestras almas
serenas la amargura de la mirra en esta unción que os salva, porque un corazón
quebrantado y humillado Dios no lo desprecia. Nunca debemos rechazar ni
considerar vil un perfume, cuyo aroma suscita la enmienda de los hombres, e
invita a los ángeles a que se alegren.
Fuente: San Bernardo. Sermón 10, 9. En: Sermones sobre el Cantar de los Cantares.
Gracias, Señor, concédeme la gracia de ser un perfume de amor, que muchas veces no es fácil ya que sale mas mi amargura que tu perfume, gracias, un feliz y santo día.
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