“La liturgia nos invita a
celebrar la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista, cuya vida estuvo
totalmente orientada a Cristo, como la de su madre, María. San Juan Bautista
fue el precursor, la «voz» enviada a anunciar al Verbo encarnado. Por eso,
conmemorar su nacimiento significa en realidad celebrar a Cristo, cumplimiento
de las promesas de todos los profetas, entre los cuales el mayor fue el
Bautista, llamado a «preparar el camino» delante del Mesías (cf. Mt 11, 9-10).
Como auténtico profeta, Juan dio
testimonio de la verdad sin componendas. Denunció las transgresiones de los
mandamientos de Dios, incluso cuando los protagonistas eran los poderosos. Así,
cuando acusó de adulterio a Herodes y Herodías, pagó con su vida, coronando con
el martirio su servicio a Cristo, que es la verdad en persona.
Invoquemos su intercesión, junto
con la de María santísima, para que también en nuestros días la Iglesia se
mantenga siempre fiel a Cristo y testimonie con valentía su verdad y su amor a
todos”.
S. S . Benedicto XVI. Ángelus 24
de junio de 2007.
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