No existe otra posibilidad, para nosotros, sino aquella de
entrar en la contemplación de estos días de Pasión a través del “seguimiento de
Cristo”: vivamos estos días buscando su presencia en las llagas de nuestra
historia –en el trabajo, con la familia, con los amigos- ; sigámoslo por los
caminos de Jerusalén, teniendo cuidado de regresar a Él cada vez que, durante esta semana nos demos
cuenta de haberlo traicionado, abandonado, perdido de vista; subamos con Él
hasta el Calvario y pidámosle que, Su
abandono total en la muerte de cruz, nos permita reconocerlo como Aquel que es
el único que puede cambiar nuestra vida,
así como hizo el Centurión que antes se había burlado de Él:
«verdaderamente éste era Hijo de Dios»
(Mt. 27,54)
S.S. Pablo VI. Congregación
para el clero.
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