Cuarto domingo de cuaresma
"El itinerario cuaresmal que
estamos viviendo es un tiempo especial de gracia, durante el cual podemos
experimentar el don de la bondad del Señor para con nosotros. La liturgia de
este domingo, denominado «Laetare», nos invita a alegrarnos, a regocijarnos,
como proclama la antífona de entrada de la celebración eucarística: «Festejad a
Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis; alegraos de su alegría, los
que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus
consuelos» (cf. Is 66, 10-11). ¿Cuál es la razón profunda de esta alegría? Nos
lo dice el Evangelio de hoy, en el cual Jesús cura a un hombre ciego de
nacimiento. La pregunta que el Señor Jesús dirige al que había sido ciego
constituye el culmen de la narración: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» (Jn 9,
35). Aquel hombre reconoce el signo realizado por Jesús y pasa de la luz de los
ojos a la luz de la fe: «Creo, Señor» (Jn 9, 38). Conviene destacar cómo una
persona sencilla y sincera, de modo gradual, recorre un camino de fe: en un
primer momento encuentra a Jesús como un «hombre» entre los demás; luego lo
considera un «profeta»; y, al final, sus ojos se abren y lo proclama «Señor»".
S. S.Benedicto XVI. Ángelus
3-4-2011-
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