"Cuando los discípulos de Emaús le pidieron
que se quedara «con» ellos, Jesús contestó con un don mucho mayor. Mediante el
sacramento de la Eucaristía encontró el modo de quedarse «en» ellos. Recibir la
Eucaristía es entrar en profunda comunión con Jesús. «Permaneced en mí, y yo en
vosotros» (Jn 15,4). Esta relación de íntima y recíproca «permanencia» nos
permite anticipar en cierto modo el cielo en la tierra. ¿No es quizás éste el
mayor anhelo del hombre? ¿No es esto lo que Dios se ha propuesto realizando en
la historia su designio de salvación? Él ha puesto en el corazón del hombre el
«hambre» de su Palabra (cf. Am 8,11), un hambre que sólo se satisfará en la
plena unión con Él. Se nos da la comunión eucarística para «saciarnos» de Dios
en esta tierra, a la espera de la plena satisfacción en el cielo".
Fuente: San Juan Pablo II. Carta apostólica «Mane
nobiscum Domine» Pto. 19.
Comentarios
Publicar un comentario