"Ante el Verbo de Dios que habla y se
comunica, la actividad principal que se nos pide es escucharlo y acogerlo. Ese
es el mandato que el Padre dirige a los discípulos respecto a su Hijo.
Escucharlo más con el corazón que con los oídos. De hecho, la Palabra sólo da fruto
si encuentra una tierra fértil, o sea, cuando cae en un corazón bueno y recto
(cf. Lc 8, 15).
Pero no basta con meditar la Palabra de
Dios, no basta penetrarla con la mente, rezar con ella, extraer de ella alguna
consideración o algún propósito. La auténtica escucha de la Palabra se traduce
en obediencia, en hacer lo que exige. Hay que dejarse trabajar por la Palabra
hasta el punto de que llegue a informar toda la vida cristiana. Hay que
aplicarla a todas las circunstancias de nuestra existencia, hay que transformarla
en vida, como exhorta Santiago: «Poned por obra la palabra y no os contentéis sólo
con oírla, engañándoos a vosotros mismos» (St 1,
22)".
Fuente: Francois Xavier Nguyen Van Thuan. En: Testigos de esperanza. Madrid. Ciudad Nueva. 2004. p 76-77.