¡Virgen Inmaculada, María! . Por Enrique de Ossó

Considera que es dogma de fe la doctrina que enseña que la Virgen María fue concebida sin mancha de pecado original en el primer instante de su ser, por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Virgen Inmaculada, María! Yo te felicito por este singular privilegio, y creo y confieso con todo mi corazón tan sublime misterio, que es a la vez tu mayor gloria.
Tú sola, Madre, eres inmaculada, predilecta, toda hermosa, sin mancha de pecado, ni de imperfección. Bendita seas, y ruega por nosotros, tus hijos, para que merezcamos felicitarte un día en la gloria eterna.
El alma de María no solo fue llena de gracia en el instante de su concepción, sino confirmada en gracia, impecable por gracia, no solo mortalmente, sino venialmente, adornada por todos los dones del Espíritu Santo, enriquecida de sabiduría y de verdad con perfecto uso de razón, y sublimada a mayor perfección que todos los ángeles y bienaventurados.. ¡Qué gloria  para María tan inmensa ¡Qué confusión para Satanás, para el infierno! De aquí comprenderás el odio que tiene el demonio contra la Inmaculada Virgen María y todas sus cosas y sus devotos, y esta consideración te ha de mover a profesar especial devoción a María, especialmente en el misterio de su purísima Concepción.

Fuente: Enrique de Ossó. Cuarto de hora en oración. Barcelona. Ediciones S.T.J. 1979. P 179.

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