3 de septiembre/ Memoria de San Gregorio Magno |
Quiero exhortaros a que dejéis
todas las cosas, pero quiero hacerlo sin excederme. Si no podéis abandonar
todas las cosas del mundo, al menos poseedlas de tal forma que por medio de
ellas no seáis retenidos en el mundo. Vosotros debéis poseer las cosas terrenas,
no ser su posesión; bajo el control de vuestra mente deben estar las cosas que
tenéis, no suceda que vuestro espíritu se deje vencer por el amor de las cosas
terrenas y, por ello, sea su esclavo.
Las cosas terrenas sean para
usarlas, las eternas para desearlas; mientras peregrinamos por este mundo,
utilicemos las cosas terrenas, pero deseemos llegar a la posesión de las
eternas. Miremos de soslayo todo lo que se hace en el mundo; pero que los ojos
de nuestro espíritu miren de frente hacia lo que poseeremos cuando lleguemos. (...)
Que no haya, por lo tanto, nada que retarde el deseo de vuestro espíritu, y que
no os veáis enredados en el deleite que las cosas terrenas procuran.
Para lograr esto, contamos con la
ayuda del que es mediador entre Dios y los hombres; por su mediación
obtendremos rápidamente todo, si estamos inflamados de amor hacia él, que vive
y reina con el Padre y el Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
Fuente; San Gregorio Magno, Homilía sobre
los evangelios (Lib 2, hom. 36, 1113)
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