«Cogió de la mano a la niña y le dijo: «Talitha qumi», que
significa: «contigo hablo, niña, levántate».»
Puesto que has nacido una segunda vez te llamarán
«muchacha». Muchacha, levántate para mi, no por tu propio mérito, sino por la
acción de mi gracia. Levántate, pues, para mí: tu curación no es debida a tu
fuerza. «La niña se puso inmediatamente en pie y echó a andar». Que Jesús nos
toque también a nosotros y andaremos inmediatamente. Aunque seamos paralíticos,
aunque nuestras obras sean malas y no podamos andar, aunque estemos acostados
en el lecho de nuestros pecados..., si Jesús nos toca, inmediatamente
quedaremos curados. La suegra de Pedro estaba cogida por la fiebre: Jesús la
tocó con la mano, ella se levantó e inmediatamente les sirvió (Mc 1,31). (...)
Y les dijo que dieran de comer a la niña» para que su
resurrección no fuera considerada como la aparición de un fantasma. También él
mismo, después de la resurrección, comió pez asado y un postre de miel (Lc
24,42)... Te lo suplico Señor, también a nosotros que estamos acostados,
tócanos la mano; levántanos del lecho de nuestros pecados y haznos caminar.
Cuando hayamos caminado, haz que nos den de comer. Acostados no podemos comer;
si no estamos de pie, no somos capaces de recibir el Cuerpo de Cristo.
Fuente: San Jerónimo. Comentario al Evangelio de San Marcos.
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